lunes, 11 de marzo de 2013

LAS BRUJAS VUELAN EN BURBUJAS

Braulia nació en una lavandería, “¡uff, cuanta espuma alrededor!”. La dueña del negocio se  asustó un poco, no por el nacimiento que estaba presenciando, sino porque jamás había visto cómo nace una bruja. Ah! Me olvidaba decir que Petronila, la mamá de Braulia, es una auténtica bruja. Bah!, lo de auténtica está por verse. Es sí una bruja, pero de esas modernas, esas que enarbolan las banderas del feminismo, y les dicen a sus esposos que de ninguna manera van a cocinarle mondongo, y que ni locas coserán sus medias agujereadas. Y como además, es una mujer comprometida con su tiempo, fundó una asociación que lucha contra el trato discriminatorio que sufrieron  las brujas a través de la historia, y los libros de cuentos.

Por otra parte, se niega usar bonete de bruja, zapatones de bruja, y escoba de bruja, no porque ésta no sea útil para volar, sino porque además sirve para barrer, tarea a la que ella se opone rotundamente.

Por su insistencia en negarse a ser un ama de casa, aquel día, cuando nació su hija, ella estaba en la lavandería llevando la ropa que su esposo se olvidó de lavar. ¡Pobre Braulia, que desconcierto!, venir al mundo entre lavarropas y jabón en polvo, ¡Quién lo diría, qué vergüenza!, justo la hija de Petronila venir a nacer en un lugar tan inadecuado.

Quizás ustedes no sepan, porque hay poca información al respecto, que a poco de nacer, una bruja ya se para en sus dos piernitas, camina, habla, y está lista para realizar hechizos. Y esto le sucedió a Braulia; apenas llegada a este mundo, era una bruja hecha y derecha, pero muy diferente a las demás.

A la recién nacida le pareció que algo no funcionaba bien. Tuvo la sensación de que algo faltaba; un bonete, una escoba tal vez.

¿Recuerdan, que cuando mamá esperaba al hermanito, tenía un bolso preparado con las ropitas del bebé? Bueno, Petronila preparó uno parecido, con ropas ultramodernas, nada brujeril ¡Fuera el bonete! ¡Abajo la escoba! Su hija,  su adorada hijita, jamás se vestiría como una bruja. Y mucho menos, la dejaría volar en escoba. Así que cuando Braulia abrió los ojitos, y quiso treparse a la suya, por supuesto, no estaba. Entonces se trepó a una burbuja, ya que en ese momento la espuma de una de las lavadoras, empezó a salir por todas partes.

¡Ay que dolor de cabeza para Petronila!, su hijita del alma revoloteando en esa cosa. ¡Que burla del destino! Justo ella, una auténtica bruja feminista, venir a dar a luz en una lavandería.

Pero mientras la madre rezongaba por su suerte, la hija volaba feliz, montada en su burbuja.

Las cámaras de televisión y los periodistas invadieron la lavandería. Doña Hortensia, la dueña, que días atrás se quejaba por no tener clientela, no daba abasto con toda la gente que venía a lavar sus ropas en un lugar tan especial.

Al día siguiente los diarios titulaban BRUJA SIN ESCOBA, VUELA EN BURBUJA.

Los días pasaron, y los meses, y los años, Braulia crecíó feliz, y la burbuja está cada día más brillante. Nuestra brujita y doña Hortensia se hicieron inseparables.

Cuántas veces leímos historias donde una bruja preparaba en un enorme caldero, brebajes espantosos para realizar sus encantamientos. O convertía a bellísimos príncipes en horribles sapos. Bueno, eso ya fue, son cosas del pasado. Las brujas modernas tienen otras aspiraciones. Y Braulia vino a este mundo con una gran capacidad empresarial. Nada de pases mágicos del medioevo, ella está preparada para otra cosa.

Y como el negocio de doña Hortensia va cada día mejor, y nuestra brujita tiene mucho que ver con tanto éxito, ambas se asociaron y abrieron un montón de sucursales para atender a tanta clientela .Ayer inauguraron una en mi barrio. La gran cadena de lavanderías lleva el sugerente nombre, de BURBRUJA, en el “logo”  publicitario se ve a Braulia montada en una burbuja revoloteando por los aires.

Qué se le va a hacer, así son las brujas ahora. Ya no pierden su tiempo en hechizos, ni brebajes horripilantes. En el presente tienen otras metas. Y a Braulia no le fue nada mal, de un plumazo borró la mala fama que siempre tuvieron las brujas. Y hasta encontró a su príncipe azul, que se enamoró de ella sin necesidad de filtros mágicos ni encantamientos. Se casaron, son felices y comen perdices.

Y colorado colorín, este cuento llegó a su fin.
Y colorín colorado, en la lavandería BURBRUJAS se realiza el mejor lavado.

Beatriz Fernández Vila

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